28 febrero 2008

The Economist pierde la batalla por su dominio

No es nuevo: un espabilado aprovecha la falta de reflejos de una marca y se adelanta en el registro del dominio correspondiente, a priori, a la citada compañia. Le ocurrió a The Economist, cuyo web es economist.com y no theeconomist.com. Este último dominio fue registrado en noviembre de 1996 por Jason Rose, propietario de una empresa de servicios de internet con sede en Maryland. Si entran en la página comprobarán que sólo ofrece una especie de cutre-homenaje a Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, y que el contenido no se ha actualizado desde abril de 2002.

En la demanda presentada por The Economist ante la World Intellectual Property Organization (WIPO), se argumentaba que el dominio es idéntico a la marca registrada de la revista y que Rose no tiene ningún interés legítimo en el nombre. Sin embargo, la WIPO ha decidido rechazar la petición de The Economist, argumentando que no está demostrado que Rose esté utilizando el dominio de mala fe. Este tipo declaró que cuando registró theeconomist.com desconocía la existencia de la revista.

Lo que sí queda demostrado es que la revista contactó por primera vez con Rose en 2001 para llegar a un acuerdo sobre la transferencia del dominio, pero no obtuvo respuesta. El asunto quedó dormido hasta el pasado mes de agosto en el que The Economist intentó comprarlo por unos (ridículos) 500 dólares.

Como bien afirma la WIPO en su decisión, este caso pone sobre la mesa los problemas derivados de la tardanza en la presentación de la demanda: los once años transcurridos entre el registro de la dirección web y la queja de The Economist son el mayor periodo de tiempo de cuantos casos ha juzgado.

Ahora, a los tribunales. Y mucho me temo que la broma le puede costar a The Economist más de 500 dólares.

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